inversiones

Las inversiones son la asignación de recursos financieros a instrumentos o proyectos con el objetivo de obtener rendimientos futuros. Suelen implicar una relación entre riesgo y rendimiento y un horizonte temporal que puede variar desde corto hasta largo plazo. En general, los inversores buscan preservar o incrementar su patrimonio, cubrirse frente a la inflación y alcanzar metas como la jubilación, la educación o la compra de vivienda.

Los principales tipos de activos incluyen acciones, bonos, bienes raíces, efectivo y productos de ahorro, así como fondos mutuos y fondos cotizados (ETFs). También se pueden considerar materias primas y derivados. Las inversiones pueden ser directas, comprando un activo, o indirectas, a través de vehículos como fondos o cuentas de inversión administradas.

Los principios clave son la diversificación para reducir riesgos, la asignación de activos para adaptar la cartera al perfil de riesgo y al horizonte, y la gestión de costos e impuestos. Una estrategia común es la inversión pasiva o indexada mediante fondos de índice, complementada por rebalanceo periódico para mantener la asignación deseada. Otro enfoque es el ahorro regular, a menudo llamado promediación del costo en dólares.

Entre los riesgos destacan la volatilidad de los mercados, la pérdida de capital, el riesgo de crédito, la liquidez y el riesgo cambiario en inversiones internacionales. La diversificación y una adecuada gestión de riesgos ayudan a mitigarlos, pero no los eliminan por completo.

La inversión está regulada por autoridades financieras en cada país, con normas de transparencia, divulgación y protección al inversor. Los rendimientos pueden estar sujetos a impuestos sobre ganancias de capital y dividendos, según la jurisdicción. Antes de invertir, es recomendable definir objetivos, horizonte y tolerancia al riesgo, y evaluar costos, comisiones y la idoneidad de cada producto para el perfil del inversor.