inmunostimulantes

Los inmunostimulantes son sustancias o fármacos cuyo objetivo principal es activar, modular o fortalecer la respuesta del sistema inmunitario. Se utilizan para aumentar la defensa frente a infecciones o células anómalas y, a diferencia de los inmunosupresores, buscan reforzar la actividad inmunitaria.

Pueden agruparse en inmunostimulantes endógenos y exógenos. Los endógenos son mediadores naturales como citocinas (interferones, interleuquinas) que se aprovechan en forma recombinante para terapia. Los exógenos incluyen agentes que estimulan la inmunidad a través de vías específicas, como los adyuvantes de vacunas (por ejemplo, aluminio, monofosfato lipídico) y sustancias derivadas de microorganismos o plantas que aumentan la respuesta inmunitaria (beta-glucanos, polisacáridos). También se encuentran inmunostimulantes como ciertos inmunomoduladores tópicos (imiquimod) y citocinas terapéuticas (IL-2, interferón alfa, GM-CSF) o factores estimulantes de colonias (G-CSF, GM-CSF) utilizados para apoyar la función inmunitaria o la hematopoyesis.

Usos: en oncología para promover respuestas antitumorales o como soporte durante tratamientos que deprimen la inmunidad; en infecciones oportunistas o crónicas; como adyuvantes en vacunas para mejorar la inmunogenicidad; y, en algunas ocasiones, en medicina veterinaria. La evidencia y la regulación varían por fármaco y país.

Seguridad y consideraciones: la activación excesiva puede provocar efectos adversos inflamatorios, fiebre, fatiga, erupciones o, en casos, autoinmunidad. No todos los inmunostimulantes son adecuados para todas las personas; su uso debe realizarse bajo supervisión médica y conforme a guías y regulación locales.