refrigeración

La refrigeración es el conjunto de procesos y tecnologías destinados a extraer calor de un lugar o sustancia para mantenerla a una temperatura inferior a la del entorno. Su objetivo es conservar alimentos y medicinas, proporcionar confort térmico y permitir la realización de numerosos procesos industriales. En términos termodinámicos, implica transferir calor desde una zona de menor temperatura hacia otra de mayor temperatura mediante trabajo y un refrigerante en un ciclo cerrado.

El ciclo de vapor por compresión es el más utilizado. En él, un compresor eleva la presión y la temperatura del refrigerante, que luego se condensa liberando calor en un condensador. El refrigerante expandido a baja presión pasa por una válvula o expansión y se evapora en el evaporador, absorbiendo calor del espacio que se quiere enfriar. Los componentes clave son el compresor, el condensador, el evaporador y el dispositivo de expansión, junto con el refrigerante y los conductos. Existen alternativas, como la refrigeración por absorción, que utiliza calor para mover el refrigerante, y ciclos termodinámicos menos comunes.

Los refrigerantes modernos deben equilibrar eficiencia, seguridad y impacto ambiental. Sustancias como R-134a o R-410A han sido reemplazadas progresivamente por opciones de menor impacto, como R-744 (dióxido de carbono) o amoníaco (R-717), entre otras. La eficiencia se expresa mediante el coeficiente de rendimiento (COP) o, en sistemas de climatización, índices como EER y SEER.

Historia y uso: la refrigeración se desarrolló en los siglos XVIII y XIX, con avances industriales significativos a finales de ese siglo y en el siglo XX. Sus aplicaciones abarcan refrigeración doméstica y comercial, almacenamiento y distribución de alimentos, procesos industriales, transporte frigorífico y acondicionamiento de aire. Las regulaciones buscan reducir sustancias agotadoras de la capa de ozono y disminuir el calentamiento global, promoviendo prácticas de manejo seguro y tecnologías de bajo GWP.