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insecticidas

Los insecticidas son sustancias o mezclas destinadas a matar, repeler o controlar insectos. Se emplean en agricultura, salud pública, almacenamiento de alimentos y entornos urbanos. Pueden ser químicos, biológicos o derivados de plantas, y se presentan en formulaciones diversas como polvos, líquidos, granulos y aerosoles, cada una con indicaciones de uso específicas.

Clasificación y modos de acción: Químicos: organofosforados y carbamatos inhiben la acetilcolinesterasa; organoclorados, aunque restringidos, persisten

Impacto y manejo: la especificidad varía; muchos insecticidas afectan también a insectos benéficos y, en algunos

Regulación y uso: en la mayoría de países el registro, etiquetado y advertencias deben cumplir normas de

En conjunto, los insecticidas cumplen funciones útiles pero presentan riesgos; su manejo responsable y la utilización

en
el
ambiente;
piretrinas
y
piretroides
alteran
la
transmisión
nerviosa;
neonicotinoides
actúan
sobre
receptores
nicotínicos
de
acetilcolina.
Biológicos:
Bacillus
thuringiensis
(Bt)
y
otros
patógenos
microbianos
o
entomopatógenos;
derivados
de
plantas
como
azadiractina
(Neem)
y
piretrinas
de
origen
vegetal.
Reguladores
de
crecimiento
de
insectos
(IGR)
interfieren
con
el
desarrollo.
casos,
a
polinizadores
o
fauna
acuática.
Pueden
persistir
en
el
medio
ambiente
y
favorecer
la
evolución
de
resistencia.
Por
ello
se
recomienda
rotar
mecanismos
de
acción,
usar
dosis
aprobadas
y
aplicar
estrategias
de
manejo
integrado
de
plagas
(IPM).
seguridad.
Se
requieren
equipos
de
protección
personal,
almacenamiento
y
eliminación
adecuados,
y
precauciones
para
minimizar
la
exposición
humana
y
los
efectos
ambientales.
de
alternativas
no
químicas
son
clave
para
la
sostenibilidad
agrícola
y
ambiental.