colinérgicas

Las colinérgicas, en farmacología, son sustancias que modulan la transmisión colinérgica en el sistema nervioso periférico y, en menor medida, en el central. Actúan ya sea estimulando directamente los receptores de acetilcolina (muscarínicos y nicotínicos) o aumentando la disponibilidad de acetilcolina mediante inhibidores de la acetilcolinesterasa (AChE). Esta doble vía de acción permite amplios efectos sobre sistemas como los ocular, gastrointestinal, urinario, respiratorio y neuromuscular.

Se clasifican en dos grandes grupos. Los agentes colinérgicos directos actúan como agonistas de receptores muscarínicos (por ejemplo, bethanechol y pilocarpina) o nicotínicos (como nicotina y, en ciertos usos, carbachol). Los inhibidores de AChE, por su parte, pueden ser reversibles (neostigmina, pyridostigmina, donepezil, rivastigmina y galantamina) o irreversibles (insecticidas organofosforados y ciertas toxinas), con usos terapéuticos distintos frente a intoxicaciones.

Usos clínicos comunes incluyen pilocarpina para glaucoma y xerostomía, bethanechol para atonía urinaria e ileo, y inhibidores de AChE para enfermedades como la miastenia gravis (pyridostigmina, neostigmina) y la enfermedad de Alzheimer (donepezil, rivastigmina, galantamina). Los inhibidores de AChE también se emplean para revertir bloqueos neuromusculares posoperatorios.

Los efectos adversos son predominantemente parasimpáticos: miosis, sialorrea, lagrimeo, bradicardia, broncoconstricción, dolor abdominal y diarrea. En sobredosis o toxicidad, puede producirse una crisis colinérgica; el tratamiento de mitiga con atropina (antagonista muscarínico) y, en intoxicación por organofosforados, pralidoxima para reactivación de la AChE.

En resumen, las colinérgicas permiten aumentar o imitar la acción de la acetilcolina, con aplicaciones terapéuticas en diversas áreas clínicas, pero requieren control estrecho por su riesgo de efectos colinérgicos excesivos.