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antimuscarínicos

Los antimuscarínicos son fármacos que actúan como antagonistas de los receptores muscarínicos de la acetilcolina. Al bloquear la acción de la acetilcolina en estos receptores, que se encuentran en el sistema nervioso parasimpático y en varias estructuras periféricas, reducen la actividad parasimpática y modifican funciones como la secreción exocrina, la motilidad del músculo liso y la acomodación del cristalino. En el sistema nervioso central pueden producir efectos cognitivos, especialmente en personas mayores. Existen diferentes compuestos con variada selectividad entre los receptores muscarínicos (M1–M5) y con distintas duraciones de acción.

Se emplean en una amplia variedad de indicaciones. En oftalmología se usan para la dilatación pupilar y

Los efectos adversos son principalmente anticolinérgicos: sequedad de boca, visión borrosa, estreñimiento, retención urinaria y taquicardia;

la
cicloplejía.
En
medicina
general
y
anestesia
reducen
secreciones
y
pueden
tratar
bradicardia.
En
gastroenterología
son
útiles
como
antiespasmódicos
para
disminuir
la
motilidad
intestinal.
En
urología
se
utilizan
para
la
vejiga
hiperactiva,
con
fármacos
como
tolterodina,
oxybutynina,
solifenacina,
darifenacina
y
trospio.
En
neurología
se
emplean
para
el
parkinsonismo
y
las
discinesias
(benzotrópina,
trihexifenidilo).
En
neumología,
los
antimuscarínicos
inhalados
como
ipratropio
y
tiotropio
son
broncodilatadores.
También
existe
uso
histórico
de
fármacos
como
la
escopolamina
para
cinetosis.
a
menudo
somnolencia
o
confusión,
especialmente
en
ancianos.
Las
contraindicaciones
incluyen
glaucoma
de
ángulo
cerrado,
hiperplasia
prostática,
obstrucción
intestinal
o
urinaria
y
miastenia
gravis.
Las
interacciones
con
otros
fármacos
anticolinérgicos
o
con
fármacos
que
afecten
el
sistema
nervioso
central
pueden
aumentar
el
riesgo
de
efectos
adversos.
El
uso
debe
individualizarse
según
la
indicación
y
el
perfil
de
efectos
deseados
y
adversos.