motilidad

La motilidad es la capacidad de un organismo, una célula o un tejido para moverse o generar movimiento. En biología, la motilidad abarca tanto la locomoción de un individuo como la movilidad de componentes celulares y de órganos que funcionan por contracciones, desplazamientos del citoesqueleto o estructuras móviles como flagelos y cilios.

La motilidad puede clasificarse en motilidad celular y motilidad de tejidos u órganos. La motilidad celular incluye movimientos ameboides, la propulsión por flagelos o cilios y la migración celular guiada por señales químicas. En los organismos multicelulares, la locomoción suele depender de músculos y esqueleto, mientras que la motilidad de órganos puede realizarse mediante ondas peristálticas, contracciones rítmicas y otros patrones coordinados.

Los mecanismos implicados varían: en células y tejidos, la contracción muscular depende de la interacción entre actina y miosina; el citoesqueleto de actina, microtúbulos y motores moleculares como dineína y quinesina permiten desplazamientos celulares. En cilios y flagelos, el axonema genera movimientos ondulatorios. En bacterias, la motilidad se debe principalmente a flagelos propulsivos que giran para desplazar la célula.

Ejemplos y alcance: en humanos, la motilidad está implicada en la locomoción, la respiración y la función de órganos. La motilidad intestinal (peristalsis) impulsa el tránsito de alimento; la motilidad vesical y uretral facilita la micción; la motilidad espermática es crucial para la fertilización. En microbiología, bacterias y protozoos emplean flagelos o cilios para moverse; en desarrollo y reparación, la migración celular es fundamental.

La alteración de la motilidad puede generar trastornos digestivos, urinarios o reproductivos, y es un tema central en fisiología, anatomía y medicina.