antikoagulante

Los antikoagulantes son fármacos que reducen la capacidad de la sangre para formar coágulos, con el objetivo de prevenir o tratar trombosis. Actúan interfiriendo con la coagulación sanguínea en diferentes puntos de la cascada, de modo que se evade la formación de fibrina y la propagación de coágulos.

Los principales tipos son: 1) antagonistas de la vitamina K (AVK), como la warfarina y el acenocoumarol, que inhiben la vitamina K epóxido reductasa y reducen la síntesis hepática de los factores II, VII, IX y X; 2) heparinas, que pueden ser no fraccionada o de bajo peso molecular y potencian la antitrombina III para inhibir la trombina (IIa) y el factor Xa; 3) anticoagulantes orales directos (DOACs), con dabigatrán (inhibidor directo de la trombina) y rivaroxabán, apixabán y edoxabán (inhibidores directos del factor Xa). Los DOACs suelen administrarse por vía oral y no requieren monitorización rutinaria en la práctica general.

Indicación clínica y uso: se emplean para la prevención de accidentes cerebrovasculares y embolias en fibrilación auricular no valvular, tratamiento de trombosis venosa profunda y embolia pulmonar, y prevención de recurrencias. En válvula protésica mecánica, la anticoagulación con AVK es la opción habitual; los DOACs no se utilizan en estas válvulas.

Monitorización y seguridad: los AVK requieren control periódico del índice internacional normalizado (INR). Las heparinas se monitorizan con tiempo de protrombina ajustado y/o aPTT; los LMWH se evalúan por anti-Xa. Los DOACs no requieren monitorización rutinaria, pero pueden requerir pruebas específicas en ciertas circunstancias.

Reversión y manejo de sobredosis: la interrupción del fármaco es fundamental. la warfarina se revierte con vitamina K y, dependiendo de la severidad, con concentrados de complejo de protrombina. La heparina se revierte con protamina. Para DOACs, existen antídotos específicos como idarucizumab para dabigatán y andexanet alfa para inhibidores de factor Xa, con uso adicional de PCC en algunas situaciones. Embarazo y lactancia exigen consideraciones especiales, siendo preferible, en muchos casos, la heparina no fragmentada o la heparina de bajo peso molecular.