Monoclonales

Los anticuerpos monoclonales son proteínas producidas por un clon de células B que reconocen un único antígeno o epítopo. Son instrumentos de alta especificidad utilizados tanto en diagnóstico como en terapia. Al originarse de una única línea celular, todos los anticuerpos de un lote presentan la misma afinidad y especificidad.

Tradicionalmente se obtienen con la tecnología de hibridoma: se fusionan linfocitos B inmunizados con células de mieloma, generando clones productivos que pueden cultivarse indefinidamente. Los anticuerpos iniciales procedían de ratón y, a menudo, provocaban respuestas inmunitarias en humanos. Con avances se desarrollaron variantes humanas: quiméricos (parte murina/parte humana), humanizados y totalmente humanos, para reducir la inmunogenicidad y mejorar la compatibilidad.

Usos: en oncología para bloquear señales de crecimiento y promover la destrucción de células tumorales (por ejemplo, rituximab, trastuzumab); en inmunomodulación para enfermedades autoinmunes (adalimumab, infliximab); para infecciones o protección pasiva (palivizumab); y como herramientas de diagnóstico en inmunohistoquímica, ELISA y otras pruebas.

Limitaciones: pueden provocar reacciones de infusión o fiebre, riesgo de infecciones, y la aparición de anticuerpos anti-fármaco que reducen la eficacia. El costo de producción es alto y, ante la resistencia, se exploran combinaciones o cambios de diana. También existen biosimilares para reducir costos.

Regulación: en la mayoría de los sistemas se requieren ensayos clínicos y la aprobación de autoridades como la FDA o la EMA. Su desarrollo continúa evolucionando con plataformas como la ingeniería de anticuerpos y bibliotecas de phage display.