Desinformación

La desinformación es la creación y difusión deliberada de información falsa o engañosa con la intención de manipular la opinión pública, influir en comportamientos o debilitar instituciones. A diferencia de la desinformación no intencional, que transmite errores sin intención de engaño, la desinformación presupone un propósito estratégico. Puede adoptar formas como noticias fabricadas, montajes fotográficos o de video, descripciones falsas de hechos, y cadenas repetidas en redes sociales, mensajes de mensajería y sitios web de apariencia legítima.

Los actores que la producen o difunden pueden ser estatales, políticos, grupos extremistas, empresas con fines de ganancia o actores oportunistas, así como usuarios individuales. Los canales incluyen redes sociales, mensajería instantánea, blogs y sitios de noticias que distribuyen rumores. Las tácticas comunes abarcan la manipulación de estadísticas, titulares sensacionalistas, descontextualización de imágenes, deepfakes, bots y cuentas falsas, así como la amplificación coordinada.

Impactos: erosión de la confianza en medios e instituciones, polarización social y desinformación sobre riesgos para la salud pública, entre otros efectos. La desinformación puede dificultar la toma de decisiones informadas y, en contextos electorales, influir en resultados o socavar procesos democráticos.

Respuestas: verificación de hechos y periodismo de datos; alfabetización mediática; herramientas de verificación y señales de confiabilidad; etiquetas y transparencia sobre el origen y el algoritmo de distribución; moderación y políticas de plataformas para reducir el alcance de contenidos engañosos; cooperación entre autoridades, plataformas y sociedad civil.

Contexto legal y ético: los marcos normativos buscan equilibrar libertad de expresión y protección frente a daños, con debates sobre responsabilidad de plataformas, derechos de acceso a la información y protección de datos.