Agroquímicas

Agroquímicas es el término utilizado para referirse a las sustancias químicas y mezclas empleadas en la agricultura para prevenir, controlar o gestionar plagas, enfermedades y malezas, así como para mejorar el crecimiento, rendimiento y la calidad de los cultivos. Incluyen pesticidas, fertilizantes y otros productos que se aplican al suelo, a las plantas o durante la siembra y la cosecha. Las principales categorías son pesticidas (insecticidas, herbicidas, fungicidas y otros), fertilizantes (nitrógeno, fósforo, potasio y formulaciones combinadas) y reguladores del crecimiento de las plantas o enmiendas del suelo. También se contemplan formulaciones biopesticidas y productos de tratamiento de semillas.

El objetivo de las agroquímicas es reducir pérdidas debidas a plagas o enfermedades, prevenir daños estacionales y optimizar la producción. Se emplean mediante aplicaciones controladas por dosis y horarios, a menudo dentro de estrategias de manejo integrado de plagas (IPM) que buscan minimizar el uso y la contaminación ambiental. Su uso responsable implica considerar la toxicidad, la persistencia en el ambiente y la potencial presencia de residuos en alimentos.

La regulación de las agroquímicas varía por país, pero suele exigir registro, etiquetado, capacitación para el manejo y límites de residuos. Organismos internacionales y regionales, como FAO/OMS, la UE y agencias nacionales de salud ambiental, evalúan riesgos y promueven prácticas seguras.

Entre los impactos se encuentran riesgos para la salud humana, efectos sobre la fauna y los ecosistemas, y la posibilidad de desarrollo de resistencias en plagas. Por ello se fomentan enfoques sostenibles como la agricultura de precisión, pesticidas de bajo impacto y alternativas biológicas, y se reserva la agroquímica como complemento dentro de sistemas de producción responsables, mientras la agricultura orgánica limita o evita la mayoría de estas sustancias.