Enterotoxinas

Enterotoxinas son proteínas o péptidos secretados por microorganismos que alteran la función del intestino delgado, provocando síntomas como diarrea, dolor abdominal y náuseas. Se clasifican según el agente productor (bacterias gram‑positivas, gram‑negativas, virus y hongos) y por su mecanismo de acción, que puede ser mediado por receptores de superficie o intracelular.

En bacterias gram‑positivas, las enterotoxinas de Staphylococcus aureus son de tipo superantígeno y actúan estimulando una liberación masiva de neurotransmisores y citocinas en la mucosa, lo que eleva la secreción de agua y electrolitos. Las toxinas de Bacillus cereus (tipo emético y tipo diarréico) provocan daño directo a la unión estrecha epitelial y alteran la permeabilidad intestinal. En gram‑negativas, la toxina calor‑estable (STa) de Escherichia coli y la toxina de Vibrio cholerae (CT) activan la adenilato ciclasa, incrementando el nivel intracelular de AMP cíclico y generando un flujo cloruro‑potásico que arrastra agua al lúmen.

Algunos virus, como rotavirus y norovirus, producen proteínas no estructurales con actividad enterotóxica que perturban la absorción de nutrientes. En hongos, la candidalysin de Candida albicans, aunque principalmente citotóxica, también contribuye a la disrupción de la barrera intestinal.

El diagnóstico clínico se basa en la historia de exposición, la presentación clínica y, cuando es necesario, la detección de la toxina en heces mediante inmunoensayos o técnicas moleculares. El tratamiento suele ser sintomático, con rehidratación y, en casos graves o específicos, antibióticos dirigidos al patógeno subyacente. La prevención implica buenas prácticas de higiene alimentaria, cocción adecuada y control de la cadena de suministro.