níquelcádmio

El níquel-cadmio (NiCd) es una batería recargable en la que el ánodo está formado por cadmio y el cátodo por óxido de níquel-hidróxido (NiOOH). El electrolito es una solución alcalina, típicamente hidróxido de potasio (KOH). Cada celda tiene un voltaje nominal de 1,2 V. Las baterías NiCd se comercializan en versiones selladas, diseñadas para evitar fugas y mejorar la seguridad.

Historia y evolución. Estas baterías fueron desarrolladas a finales del siglo XIX por Waldemar Jungner y se generalizaron en la segunda mitad del siglo XX, especialmente en herramientas inalámbricas, telecomunicaciones y equipos de emergencia. A lo largo de las décadas se les fue sustituyendo gradualmente por baterías de níquel-metal hidruro (NiMH) y, más tarde, por baterías de ion de litio (Li-ion), aunque siguen utilizándose en aplicaciones que requieren altas corrientes o funcionamiento a bajas temperaturas.

Ventajas y limitaciones. Las NiCd se destacan por su alta capacidad de descarga rápida, buena tolerancia a descargas profundas y desempeño estable en temperaturas frías. También ofrecen una vida útil de ciclos relativamente larga y mantenimiento mínimo. Sus desventajas incluyen una menor densidad de energía en comparación con NiMH y Li-ion, la presencia de cadmio, un metal tóxico sujeto a regulaciones, y la posible aparición del “efecto memoria” cuando se descargan de forma repetida a un mismo nivel. Requieren cargadores compatibles y un manejo adecuado para evitar degradación prematura.

Regulación y reciclaje. El cadmio es contaminante ambiental y su manejo está fuertemente regulado. Las baterías NiCd son reciclables y, en muchos países, existen sistemas de recogida para recuperar cadmio y níquel y reducir impactos ambientales. Su uso está sujeto a normativas de baterías y residuos.

Véase también: baterías NiMH, baterías de ion de litio.