atrófica

Atrófica es la forma femenina del adjetivo atrófico y se utiliza en medicina y biología para describir estructuras que han sufrido atrofia: una reducción en el tamaño y la función, normalmente causada por una disminución en el tamaño o número de células que componen el tejido u órgano.

El término atrofia procede del griego a- (sin) y trophe (nutrición), y la forma atrófica alude a la pérdida de nutrición y, por tanto, de masa tisular. Se aplica a muchos tejidos y órganos en humanos y animales.

Las causas pueden ser fisiológicas (p. ej., envejecimiento, involución de glándulas tras cambios hormonales) o patológicas (inmovilización, denervación, isquemia, malnutrición, presión crónica). A nivel celular, la atrofia implica reducción del tamaño celular y, con frecuencia, pérdida de células por apoptosis; intervienen también la autofagia y una mayor degradación de proteínas, con disminución de la síntesis proteica.

Ejemplos comunes incluyen atrofia muscular por desuso, atrofia cerebral en ciertas enfermedades neurodegenerativas, atrofia óptica en neuropatías y atrofia cutánea asociada al envejecimiento o al uso prolongado de esteroides tópicos.

El diagnóstico se apoya en la historia clínica, exploración física y, cuando procede, pruebas de imagen o biopsia. El tratamiento se orienta a la causa subyacente e puede incluir rehabilitación muscular, soporte nutricional, manejo de la circulación o intervención quirúrgica. Es importante distinguir la atrófica de la hipoplasia (desarrollo insuficiente) y de la distrofia (degeneración patológica). Ver también: atrofia.