turboalimentación

La turboalimentación, o turbocarga, es un sistema de inducción forzada utilizado en motores de combustión interna para aumentar la cantidad de aire que entra en la cámara de combustión. Al suministrar más oxígeno, se puede quemar más combustible y generar más potencia sin incrementar sustancialmente el tamaño del motor.

El principio básico implica un turbocomponente accionado por los gases de escape. Estos gases hacen girar una turbina que, a su vez, impulsa un compresor conectado por un eje común. El aire de entrada se comprime y se dirige al motor, a menudo pasando por un intercooler para reducir su temperatura y mejorar su densidad.

Existen variantes para optimizar el rendimiento: turbo convencional, turbocompresor de geometría variable (VGT) que ajusta el ángulo de las paletas para mantener el impulso a diferentes revoluciones, turbocompresores de doble entrada o twin-scroll y, recientemente, turbocompresores eléctricos que pueden reducir el retardo en la respuesta.

Entre sus beneficios destacan un incremento sustancial de potencia y mejor eficiencia en motores de menor desplazamiento, especialmente bajo condiciones de carga alta. Sus desventajas incluyen posible retardo de respuesta (turbo lag), mayor complejidad, costos y mayores requerimientos de lubricación y control de temperatura para evitar detonación y desgaste prematuro.

La turboalimentación se popularizó en la industria automotriz durante la década de 1960 y se ha extendido a camiones, motores marinos y aeronáuticos, donde permite reducir el consumo y las emisiones mediante la downsizing sin sacrificar potencia. Su correcto funcionamiento depende de una lubricación y refrigeración adecuadas, mantenimiento del aceite y del intercooler, y un manejo adecuado por parte de la gestión electrónica del motor para evitar sobrepresión y sobrecalentamiento.