Pelletización

Pelletización es el proceso de convertir materiales finos o polvorientos en pellets de tamaño y forma uniformes mediante compactación y, a menudo, humectación y añadidos aglutinantes. El objetivo es mejorar la manipulación, el transporte y el rendimiento del material en procesos posteriores como combustión, sinterización o moldeo.

Las tecnologías de pelletización varían según el material y el uso final. Entre las más comunes se encuentran la pelletización por extrusión y la compactación con un rodillo (pelletizadoras de rodillo), las cribas y los dispositivos de tambor o disco que forman pellet por caída y recorte. En muchos casos se emplea un aglutinante y un control de humedad para promover la cohesión entre partículas y evitar el astillado.

En biomasa y energía, los pellets de madera o residuos agrícolas se obtienen mediante densificación. Suelen tener 6–8 mm de diámetro y 10–30 mm de longitud, un contenido de humedad típico del 8–12% y se utilizan como combustible en calderas y plantas de energía. Beneficios: mayor densidad energética, menor polvo y mejor transporte; desventajas: costo energético de producción y necesidad de instalaciones especializadas.

En metalurgia, la pelletización se aplica a polvos de mena para formar pellets esféricos o cilíndricos que se alimentan a altos hornos o reactores de reducción. Se emplean aglutinantes como bentonita y finos de mineral; tamaño típicamente 8–16 mm. La pelletización mejora la circulación, la compacidad y la eficiencia de fusión.

También se aplica a piensos, fertilizantes y plásticos, donde el material se densifica en pellets para facilitar dosificación, transporte o procesamiento en etapas siguientes. La calidad se evalúa por tamaño, dureza, densidad y resistencia a la abrasión.

Aspectos ambientales y de seguridad: manejo de polvo y emisiones, consumo de energía, y cumplimiento de normas de calidad. Los avances incluyen el uso de aglutinantes biobasados y procesos de secado más eficientes.