antiepiléptico

Un antiepiléptico, o anticonvulsivo, es un fármaco cuyo uso principal es la prevención o reducción de las crisis epilépticas al disminuir la excitabilidad anormal de las neuronas. También se emplea en otros trastornos, como el dolor neuropático, el trastorno bipolar y la profilaxis de migraña.

Los mecanismos de acción varían: muchos actúan estabilizando la membrana neuronal mediante la inhibición de canales de sodio o calcio dependientes de voltaje; otros fortalecen la inhibición GABA o reducen la liberación de glutamato.

Entre los antiepilépticos se encuentran fármacos de amplio espectro (valproato, lamotrigina, levetiracetam, topiramato) y de uso más específico (carbamazepina, oxcarbazepina, fenitoína, lacosamida). Se usan como tratamiento de primera línea para crisis focales y, en muchos casos, también para crisis tónicas generalizadas. Algunos también se emplean como estabilizadores del estado de ánimo o para dolor neuropático.

Consideraciones clínicas: antes de iniciar un antiepiléptico, se evalúan comorbilidades, interacciones y estado de embarazo. El valproato conlleva alto riesgo teratogénico; la lamotrigina está asociada a erupciones cutáneas; muchos fármacos inducen o inhiben enzimas hepáticas, afectando otros fármacos y anticonceptivos orales. Se recomienda evitar cambios bruscos de dosis y realizar monitorización de función hepática, hematológica y, cuando corresponde, niveles plasmáticos.

Efectos adversos pueden incluir somnolencia, mareo, ataxia, erupciones cutáneas, hepatotoxicidad y riesgo de osteoporosis a largo plazo. La elección del fármaco depende del tipo de crisis, comorbilidades, edad y otras terapias.