Autopropulsados

Autopropulsados es un término utilizado en defensa para describir vehículos o sistemas de artillería que tienen motor propio y, por lo tanto, no requieren ser arrastrados para moverse. En el uso más común se aplica a artillería autopropulsada y a plataformas de combate que integran la propulsión, la protección y la capacidad de disparo en una misma unidad. Dentro de la artillería autopropulsada se distinguen cañones autopropulsados, morteros autopropulsados y sistemas de defensa antiaérea autopropulsados. Estos sistemas pueden montarse en chasis con orugas o con ruedas y pueden ser de casamata (con superestructura fija) o turreted (con torreta).

Históricamente, la necesidad de movilidad de la artillería llevó al desarrollo de autopropulsados a principios del siglo XX; su uso se generalizó durante la Segunda Guerra Mundial, cuando ofrecían mayor rapidez de despliegue y mejor protección para la dotación que los cañones remolcados. En la actualidad, los autopropulsados siguen siendo parte esencial de las fuerzas terrestres, abarcando desde cañones de gran calibre, hasta morteros y sistemas de defensa antiaérea y plataformas de lanzamiento de misiles.

Entre sus ventajas se cuentan la movilidad, la capacidad de disparo en posiciones designadas y la protección de la tripulación; entre sus desventajas, el mayor coste, la complejidad logística y el mayor consumo de munición y combustible.

Los autopropulsados modernos suelen estar basados en chasis de vehículos blindados o de tanques, integran sistemas de control de tiro y, a menudo, protecciones adicionales. Su versatilidad ha llevado a su adopción en múltiples fuerzas armadas alrededor del mundo.