Acabados

En industrias como la carpintería, la construcción y la fabricación, el término acabados (acabados de superficies) describe el conjunto de tratamientos aplicados a una superficie para mejorar su apariencia, protección y durabilidad. Un acabado puede ser decorativo, ocultando la porosidad y el relieve, o protector, aumentando la resistencia a la humedad, rayado y desgaste. Los acabados se agrupan habitualmente en dos grandes categorías: film-forming (forman una película ligera) y no film-forming (no forman película, como aceites o ceras).

Entre los acabados decorativos destacan las pinturas y lacas, los tintes y impregnaciones, y los barnices. Entre los protectores están aceites, ceras, ceras impregnadas y selladores. En función del material, se emplean técnicas como pintado, barnizado, lacado, teñido, recubrimiento en polvo, o decapado y aceitado en madera; en metal, pintura en polvo o recubrimientos electrostáticos; en piedra o hormigón, selladores y hidrofugantes.

Los acabados se valoran por propiedades como la adherencia, la dureza de la película, la resistencia al desgaste, la resistencia a la intemperie y el nivel de brillo (mate, satinado, semibrillante, brillante). Los estándares de calidad incluyen pruebas como adherencia, dureza y resistencia al desgaste, y protocolos como ISO 2813 y ASTM D523; recomendaciones de espesores de película se establecen para cada producto. Su selección considera estética, uso previsto, condiciones ambientales y requisitos de mantenimiento.

Por motivos ambientales y de salud, ha ganado relevancia el uso de recubrimientos con bajo contenido de VOC y soluciones a base de agua, así como prácticas de aplicación que minimicen olores y emisiones. El acabado final influye significativamente en la apariencia, la protección y el valor de un objeto o estructura, así como en sus necesidades de mantenimiento.