puertas

Las puertas son elementos arquitectónicos que permiten el acceso entre espacios y, al mismo tiempo, actúan como barreras de seguridad, privacidad y control de climas y sonidos. Su función principal es delimitar áreas internas o exteriores y regular el flujo de personas y objetos.

Se fabrican en una variedad de materiales, como madera, metal, vidrio, plástico o compuestos, y pueden ser interiores o exteriores. Existen modelos de una sola hoja o de varias hojas, así como puertas correderas, plegables, abatibles, giratorias o deslizantes. Una puerta típicamente se compone de una hoja montada en un marco, con herrajes como bisagras, manija y cerradura, además de elementos de sellado en el perímetro para mejorar el aislamiento y la protección contra el aire, el ruido y la humedad.

Las puertas cumplen funciones diversas: seguridad física, control de temperatura y acústica, privacidad visual y estética. También pueden incorporar características especiales, como aislamiento acústico o térmico, resistencia al fuego, certificaciones de seguridad y sistemas de cierre electrónico. En instalaciones modernas, se diseñan para mejorar la accesibilidad y la eficiencia energética, con medidas como pasajes amplios, umbrales bien sellados y mecanismos de apertura fáciles de usar.

Mantenimiento y instalación adecuados se apoyan en revisiones periódicas de bisagras y herrajes, control de sellos y burletes, limpieza de superficies y, cuando corresponde, lijado, barnizado o pintura de la madera. La elección de la puerta depende del uso previsto, del entorno y de las normativas locales de seguridad y accesibilidad.

Históricamente, las puertas han sido usadas desde la antigüedad con distintas técnicas y materiales. Su evolución refleja cambios culturales, tecnológicos y estéticos, adaptándose a las necesidades de privacidad, seguridad y confort de cada época.